Despacho del Kazekage - Eclipsado y vil.

por **Keith** Miér Ene 15, 2014 6:07 pm

Sumido en la penumbra y custodiado por el escaso resplandor que irradiaban los candelabros suspendidos por encima de su silueta, permanecía estático en aquel lúgubre recinto que parece ser su oficina. Según le habían indicado tras su presurosa escolta, aquella soberbia edificación se erguía orgullosa bajo el cielo de la Aldea de Sunagakure.

Edificación que podía abandonar en cualquier momento si así lo desease, más una seductora curiosidad le mantenía ligado al puesto que actualmente ocupaba. La colérica silueta que se había materializado súbitamente en los pisos, le había apartado tras su efímero encuentro, y le había indicado a los Anbus que le descubrieran el aldeorrido, en ese entonces, desconocido destino.

Los motivos habían sido sentenciados en su máxima claridad: la avidez con la cual el espectro carmesí se desenvolvía en las artes ilusorias resultaba sorprendente ante los furibundos orbes de la máxima autoridad de la arena. Si bien había deshilado con suma facilidad las riendas que le mantenían presa del mundo Ilusorio creado por el Kazekage, había admirado la capacidad de éste último de haberla arrastrado a éste en un principio, tachando tal suceso de hazaña prácticamente inalcanzable, este pudo residir en la aldea desde tiempo atrás, mostró ímpetu en su dependencia.

Nuevamente, el ambiente volvió a verse atestado del amenazante aire que Kokoro acarreaba consigo. La magistral figura se adentró en las profundidades de sus pensamientos, y tras recargar su peso sobre su pupitre, prosiguió con una sucesión de nombres que no le significaban nada en lo más mínimo, con excepción del suyo. Los sonidos sordos que provocaban los numerosos informes al entrar en contacto con el gélido dique, únicamente servían para dar paso a un eco fastidioso. Enderezó su postura sobre la silla y se dispuso a inquirir:

— ¿Y entonces...? terminó de bisbisear al tratar de razonar su precepto.